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martes, 26 de agosto de 2008

Mujeres violentadas


Por la mañana escuchaba una noticia que me puso mucho a pensar: El incremento de asalto con violencia contra las mujeres, de hecho 3 mujeres asesinadas cada día.....3 MUJERES ASESINADAS CADA DÍA!!!!!. Y lo peor: Sólo se denuncian el 11% de los asaltos y de éstos se les sigue el proceso al 10% y de éstos sólo se consigna al 5% de los delincuentes, o sea, en números fríos: de cada 2000 asaltos sólo se denuncian 220 (1780 quedan impunes); de los 220, se sigue proceso a 22 (198 que se pierden en el burocratismo y la mala aplicación de las leyes) y de esos 22 Sólo se consigna a ¡1.1 delincuentes!, ¡UNO DE CADA 2000 PISA LA CÁRCEL! Y ese delincuente de seguro estará fuera en 2 o 3 meses....da escalofrío.
Ya no tengo ni idea de en que irá a acabar todo esto, ya no es posible que tengamos ese número de delitos impunes, creo que el gobierno y las 2 cámaras, en lugar de estar peleando por una posición de poder (petróleo = dinero = poder) deberían ponerse a trabajar en serio en arrancar este mal de raíz, en hacer algo para que el sistema de justicia ya no tenga tantas irregularidades: impunidad, corrupción, indiferencia, derechos humanos mal aplicados y un largo etcétera, no me gusta nada el panorama que estamos heredando a nuestros hijos.
En algún lugar leí que si el gobierno y la policía no son capaces de protegernos, vamos a tener que defendernos entre nosotros (civiles) y para eso muchos buscarán armas y entonces crecerá el mercado negro de éstas.
Pagamos impuestos, deberíamos exigir que una buena parte de los ingresos del gobierno fueran para pagar dignamente a una policía en la que podamos confiar, que no tengan que recurrir a la corrupción para sobrevivir, que estén adecuadamente equipados y que tengan una formación realmente acorde a su nivel de protectores de la gente. Sólo así se podrá luchar contra la delincuencia, porque la otra solución es el ejército y francamente los policías sin trabajo....brrrrr!!
Señores legisladores y gobernantes ya hagan algo que valga la pena para poder volver a confiar en ustedes.
Saludos

lunes, 18 de agosto de 2008

Regreso a clases y Olimpiadas


El día de hoy volvieron a clases millones de niños, eso es excelente, como dice la mayoría: "Por fin, ya no los aguantaba en la casa" y sí, con eso de que los niños son la alegría del hogar.... pero también son la "guerra" del hogar, ah como dan lata; pero bueno, son niños.
Lo espeluznante comenzó desde ayer, los centros comerciales estaban a reventar de padres presurosos haciendo compras de útiles de último segundo (que raro, si en este País no se da eso de: "Déjalo, todavía hay tiempo, mañana vamos"), ya me imagino a millones de padres forrando libretas hasta las 2 de la mañana, gracias a Dios no es mi caso.
Y hoy en la mañana.....brrrrr.... tráfico que da miedo, madres corriendo desde tempranito para preparar el desayuno y el "lunch"; después tras el camión. Y afuera de las escuelas, es un espectáculo digno de un hormiguero, pero bueno, a ver si los chavos aprovechan y se educan para la sobrevivencia en un entorno cada día más difícil, (Dios me oiga).
Por otro lado, en las olimpiadas seguimos cosechando fracasos, ayer vi en TV como se esfumaban las medallas para los mexicanos, una tras otra, y hoy desde tempranito: fuera en box. Ya veremos como se portan los que han pasado a semifinales en clavados y canotaje, de nuevo: ojalá.
¿Porque dos tópicos tan disparejos?, fácil, porque los dos nos muestran la idiosincrasia que nos caracteriza a los mexicanos: dejar todo para último minuto y conformarnos con nuestros fracasos. ¿Cuándo tendremos una mentalidad ordenada y ganadora?, no es posible que un País que ocupa el lugar # 14 en territorio a nivel mundial, la economía # 11 y tantas otras estadísticas en las que ocupamos un lugar dentro de los mejores del mundo, no seamos capaces de ser un pueblo ordenado, organizado y con mentalidad ganadora. ¿Qué nos falta?
Siempre andamos a las carreras porque dejamos todo "para mañana", siempre andamos "arrebatándonos" las cosas porque compramos en el último minuto y siempre andamos de prisa, porque nos dormimos "otros cinco minutitos". Y en deporte, ya ni quiero decir nada, me revolotea en la cabeza una frase que dijo Carlos Loret de Mola el día de ayer: "Somos un País grande que en las olimpiadas lleva una medalla de bronce y Georgia, un País en guerra, ya lleva dos de oro......
* (Suspiro) *

martes, 12 de agosto de 2008

"Una tragedia de México y sus familias"


Hoy recibí un correo de mi excelente amiga Citlali, pidiéndome lo incluya en este Blog. Cali, lo hago con muchísimo gusto, vale pues:

"Imagine este escenario por un momento. Piense que usted es la persona que está hablando, póngase en sus zapatos, sólo el tiempo que le tome leer este texto.
- He sido muy afortunado, Dios me dio la oportunidad de tener un hijo, un hermoso niño que sólo pedía una cosa: cariño. Para eso había venido al mundo: para amar y ser amado. Lo acogí en mis brazos y crecimos juntos. Nos complementamos, yo tenía la necesidad de ofrecer ese cariño que él tanto requería. Tuve la oportunidad de darle algo mejor: una familia que vivía en armonía; una mamá, una hermana y un hermano.
Recuerdo el primer día que me dijo "papá" y sentí como el cielo se abría, los pájaros cantaban y el sol iluminó el mundo. De la mano íbamos a su escuela. Los primeros días se le llenaban los ojos de lágrimas, no quería despegarse de mí, pero pronto encontró su mayor interés por el colegio: sus amigos. Además, se divertía jugando fútbol y adoraba la música.
Jamás olvidaré su expresión cuando logró descifrar "m a m á", cuatro letras que comprendían el universo entero. Dios nos colmaba de bendiciones.
Pasaron los años, me sorprendía ver cómo mi pequeño niño se hacía un hombrecito, que maduraba a pasos agigantados, que crecía para ser casi de mi tamaño. Amamos la vida.
Cumplió catorce años, lo celebramos juntos, en familia con algunos amigos. La vida nos sonreía. Pero un día el cielo se nubló, los pájaros enmudecieron y la tragedia invadió nuestros corazones: en el camino por donde pasaba mi hijo, se cruzaron unos hombres desalmados, personas que no podrían ser descritas con un adjetivo porque no los hay para poderlos describir. Me avisaron que mi hijo acababa de ser secuestrado, ¿cómo?..., ¿cómo podía ser aquello?..., iba acompañado por un chofer y también se lo habían llevado. Al parecer, los plagiarios eran o se hacían pasar por policías.
La noticia me dejó pasmado. No tenía idea de cómo actuar. Por fin nos confirmaron el plagio y pidieron rescate. Sí, querían dinero a cambio de mi hijo, ellos decían que esa era "la negociación". También me dijeron que recibiría un presente para que supiera que hablaban en serio. De eso no cabía duda. Al día siguiente, el drama fue mayor, localizaron un cadáver en la cajuela de un coche, era el chofer, amigo de nuestra familia que cumplía responsablemente con su deber y que dejó en duelo a los suyos, ¡¿Por qué sacrificar a un hombre inocente?! (Hasta aquí habla el padre de familia).
Imagine un minuto lo que ese padre y su familia pudieron sentir en aquél momento, pasaron días en total incertidumbre, si saber en dónde estaba su hijo, si comía o tenía frío, si era golpeado o amenazado. Peor aún, no sabían si estaba vivo o no. pero la esperanza nunca muere y ellos esperaron cincuenta días que convertidos en horas podrían traducirse en meses, minutos que se convertían en años y segundos que eran una eternidad sorda.
Aquél padre pidió asesoría; no sabía cómo actuar ante tal situación. En realidad nadie lo sabe, porque en esas circunstancias las posibilidades de actuar son nulas. Buscó por todos los medios la manera de que su hijo volviera, se hincó ante las autoridades, pidió auxilio a la policía, visitó las oficinas de los procuradores y a los altos mandatarios, rogó a Dios mañana y noche, deseó cambiar su vida por la de su pequeño.
Nada, pasaban los días y nada. Sólo prevalecieron la esperanza y el amor, que lo hacían sostenerse en dos piernas. Dinero. ¡Qué poco valor puede tener el dinero si la vida de un ser humano está en juego!
Por supuesto, aquél padre pagó el rescate. Sabía que esas monedas eran tan viles como las de Judas; no tenían valor y menos sentido. Supo que su hijo estaba vivo. Habló con él como prueba de vida y la esperanza volvió a brillar en los corazones de aquella familia. Pero después el silencio enmudeció al mundo. Pasó un día, otro, otro y otro, nada, no hubo llamadas, ni el timbre sonó, ni nadie llegó.
Las suposiciones fueron ilimitadas. Creían que el día estaba cerca, su hijo volvería y gritaría: "papás, acá estoy". Sí, los santos estaban enterados, a todos les habían rezado; sólo esperaban y mantenían la esperanza.
Otra semana y el padre volvía a suplicar al mundo entero que le ayudara, pero el silencio se ahogaba en sí mismo. Esperaría toda una vida si fuera necesario, pero la incertidumbre de no saber en dónde estaba su hijo agujereaba el dolor de aquellos padres. Habían pagado, ¿por qué no se comunicaban con ellos?..., algo raro pasaba, quizá los secuestradores se habían peleado entre ellos, quizá habría pasado otra cosa, quizá y quizá.
Por fin, recibieron una llamada. Quien hablaba no quería entrevistarse con el padre de familia, pero el padre espetó: "dígame, aquí estoy"; creía estar preparado para todo. El comunicante informó que habían encontrado el cuerpo de una persona en la cajuela de un coche y que había que reconocerlo.
No entraré en detalles de aquél hecho de horror, el cuerpo llevaba varias semanas metido en una bolsa de plástico, era irreconocible. Por la dentadura se logró identificar al muchacho de catorce años al que le había sido arrancada la vida, despojada debido a la desgracia que azota a nuestro País. Sí, a un niño inocente que tuvo la mala fortuna de pasar frente a unos sicarios por casualidad.
Póngase usted en los zapatos de aquellos padres, que desean que nadie llegue a sentir lo que ellos pasaron en los últimos cincuenta días. Piense que nadie en este País está exento de que le suceda algo parecido. Este crimen es un atentado contra cada familia de México y cada uno de sus habitantes. La muerte de ese muchacho significa la descomposición social a la que hemos llegado, la lloramos todos los mexicanos que tenemos hijos y los que no los tienen. Todos nos unimos al dolor de aquella familia que también es la nuestra.
México no merece esta realidad ni que la vivan sus próximas generaciones. Es urgente un cambio. La impotencia invade a la sociedad civil. Unámonos para exigir que nuestras autoridades de los tres poderes de la Unión, de los Estados y Municipios trabajen decidida y coordinadamente contra la delincuencia y en favor de la seguridad de las personas, para que en el corto plazo todos los mexicanos podamos vivir tranquilos. Condenamos la impunidad y la violencia. ¡Ya basta!
Alfredo Harp Helú y María Isabel Grañén Porrúa.
Agosto 2008"

Gracias Cali, Saludos

miércoles, 6 de agosto de 2008

Justicia


Ya todos deben estar enterados de la noticia del secuestro y asesinato del joven Martí de 14 escasos años, así como quiénes fueron los autores de tan reprobable acto, así mismo ya deben saber que finalmente sí ejecutaron al mexicano José Medellín en EEUU; no sé porqué pero no me sorprenden ninguna de las dos noticias, parece ser que es una película que ya vi y que se repite una y otra vez: La ineficiencia de las leyes en México y la sangre fría e indiferencia de las leyes en EEUU.
Lo que me hace pensar mucho es en la condición en la que quedan las dos familias que están detrás de estas noticias: ambas con la pérdida de un ser querido, ambas con un dolor (muy a la manera de cada quien, pero dolor al fin) que tardará algunos años en atenuarse, y a todo esto, ¿dónde está la Justicia?
A mi me enseñaron que la Justicia es dar a cada quién lo que se merece. ¿Merecía morir un niño de 14 años por la ambición de unos cuantos?, ¿merecía la familia de este niño el dolor de su pérdida? más aún: ¿merecían saber la forma en que murió (a golpes)? no hay justicia desde donde yo lo veo. Por otro lado ¿merecía ser ejecutado un delincuente después de 15 años de prisión?, ¿merecía su familia perder toda esperanza?, ¿es justo cambiar una vida por otra?
Sé perfectamente que sólo quién padece una situación así siente si la Justicia existe o no, a mí sólo me queda opinar algunas cosas:
- Debemos hacer que la Justicia domine a las leyes y no al revés.
- Debemos procurar que la Justicia sea lo más severa posible contra quienes violan la ley, o sea, que el castigo sea el JUSTO en la medida de la falta.
- Debemos alzar la voz y exigir al Gobierno que se reforme a fondo el Sistema de Readaptación Social, que las cárceles no sean escuelas de delincuencia, que las penas sean severas, que se les fuerce a los reos a trabajar en pro de sus víctimas, que la reincidencia tenga un castigo más severo aún.
- Debemos tener presente que una vida por otra no soluciona nada, sólo crea un sentimiento de venganza y otro de resentimiento.
- Debemos hacer que la impartición de la ley sea rápida y precisa, si no se necesita más que de unos minutos para asesinar que no se necesiten años para sentenciar.
- Debemos exigir a la Comisión de los Derechos Humanos y a los Abogados, que no defiendan a los criminales flagrantes, que utilicen su sentido común, que se metan en los zapatos de las víctimas y que actúen con JUSTICIA.